Panet et circum

http://www.telemundo.com/shows/2015/01/20/payaso-lagrimita-quiere-convertirse-en-alcalde-de-guadalajara-video 


Sorprendió en México la noticia transmitida por Telemundo, de que un conocido payaso profesional, Lagrimita, está interesado en ser el próximo alcalde de la cuidad de Guadalajara, Jalisco. De inmediato comenzaron las discusiones de café, las bromas y las opiniones mordaces como "...ya tenemos a un payaso en Los Pinos (residencia del presidente de México)". Y también tenemos a uno en el gobierno del Distrito Federal, y todo un circo en las curules del Congreso de la Unión, y en varias gubernaturas. 

Diputados llegando a las manos. Fotograma: Excelsior







Pero ¿sería tan malo tener a un payaso alcalde? Creo que si detrás del payaso hay una persona debidamente preparada y con las exigencias morales y éticas que el cargo requiere, no habría inconveniente. Claro que entonces, difícilmente estaríamos hablando de un profesional del entretenimiento, sino un aficionado... Sin menoscabo de su arte, aclaro. 

Pero también hago énfasis en que sea detrás del payaso, no el payaso, como pretende Lagrimita. El clown no es un ciudadano, para empezar. No tiene acta de nacimiento ni credencial de elector que diga "Lagrimita", "Bozo" o "Tenis Company". 

Hay además otra cuestión. En los últimos días del 2014, un reconocido programa de noticias sacó las "notas chuscas" de algunos políticos. Resulta vergonzante ver a la clase política mexicana exhibiendo su incultura y falta de educación. ¿Quién nos está gobernando y representando? Tener por presidente municipal a un payaso, sería sólo la cereza; porque el puñetero pastel ya lo hicieron gobernadores, diputados, senadores y hasta el mismísimo presidente de México. Así que, ¿de qué nos sorprendemos en este país de las maravillas? 

Así denuncia despojo un Diputado mexicano. Foto: OEM


Quod scripsi, scripsi.

Comentarios

  1. Se vale disentir, aunque sea un poco. No puedo llamar maravillas a lo que ocurre en México con y por la clase política. Ni puedo llamar vergonzante a lo vergonzoso exhibido en la corrupción de todo tipo y en el descaro, cinismo y mal gusto de alguien que fue elegido por imbécil.

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