Mala imagen.

Hace unas horas apareció una fotografía de la lectora de noticias, Adela Micha, en la que aparece llevando al hombro una cámara de vídeo, empuñando en la siniestra una pistola semiautomática, y apoyado en su silla un fusil de asalto. La imagen ha levantado ámpula, ha generado opiniones encontradas, y es fácil entender porqué.
Algunas mujeres opinan que representa a las madres 4X4, luchonas, cariñosas, bla, bla, bla. Otros, que es una campeona del periodismo, que lucha por obtener la exclusiva, bla, bla, bla. Hay quien sospecha que esa imagen provocadora, en realidad la lanzó Televisa para curarse en salud, respecto a los rumores de que pronto Carmen Aristegui va a iniciar un noticiero en horario estelar (temprano por las noches), que quitará audiencia a las demás televisoras.
Sea cual sea la razón, hay un hecho innegable. Esa fotografía echa por tierra, otra vez, la imagen de Adela Micha como periodista respetable. No sólo luce ridícula, sino que hace pensar de inmediato en el crimen organizado que azota a México. Lo más grave, desde el punto de vista muy personal de un servidor, periodista y corresponsal desde hace apenas 25 años, es que la señora Micha se brinca algunos de los principios éticos más importantes de cualquier informador: "No se debe tomar partido, no se debe intervenir, no se debe calificar, sólo se debe informar".
Aunque no se sepa por quién, es obvio que Adela Micha ya tomó partido por alguien. Y las armas que ahí aparecen, nos hacen temer lo peor.
Nota al margen: No adjunto la fotografía, tanto por derechos de autor como por no engordarle el caldo a la señora.
Quod scripsi, scripsi.

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