A mi hermanito, en su cumpleaños.

Vikingo, feliz cumpleaños. No te deseo que este día te la pases chévere, rodeado de bellas huríes, de amigos fiesteros, tragando pasteles y bebiendo cervezas; y no te lo deseo porque de seguro ya lo tienes planeado así. Yo más bien te deseo que el nuevo año de vida que comienzas, esté pleno de oportunidades, logros y satisfacciones.

Mi hermanito hoy, visto de espaldas.

Hoy en día, cuando veo tus fotos y escucho de tus logros como atleta, vienen a mi memoria aquellos lejanos días, cuando eras un bebito meón, incoloro y barrigón, a quien apodaba yo cariñosamente "El pequeño Buda blanco".

O cuando dijiste tu primera palabra malsonante, cierta vez que jugábamos a los indios y vaqueros tú y yo en Galveston; emboscado bajo la mesa del comedor, te vi pasar y te tiré una flecha, que te peinó la raya en medio pero no te dio, y entonces te burlaste diciéndome: "Jiji, no me diste, güey". Tenías cuando mucho dos años y medio.

O el día que compré dos fusiles de esos que disparaban bolas y dardos de hule espuma, con los que tomamos por asalto el viejo edificio de Galveston, hasta que salió papá y con una sola mirada y gesto adusto nos convenció de llegar a un armisticio... inmediatamente.

Recuerdo que Fernando te jodía a sol y a sombra, picándote las costillas, dándote nalgadas cuando te sorprendía en el cambio del pañal, te daba zapes... Y Ella también te asolaba con bromas crueles y golpes entre los omóplatos. Después de todo eras el benjamín, "El pequeño Juan". Y yo siempre les advertía: "Cuidado, porque algún día crecerá". Gracias a Dios así fue, y hoy me llena de orgullo fraternal ver el hombre en que te has convertido. Y aunque a mis ojos y mi corazón siempre serás mi hermanito, reconozco que hoy más bien eres una madrezota.

Hoy en tu cumpleaños, recibe un abrazo muy fuerte de tu hermano mayor.

No, no soy yo con mi hermanito. El malencarado es su perro.