El miedo que anda en burros.

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Manifestaciones en contra de la visita del Papa Francisco a México, desde que se hizo oficial su visita en este mes, comenzaron a circular por las redes sociales, primero de manera sutil, y cada vez más agresivas. Extrañamente, iban fundamentadas sobre información no confirmada, pero plausible. La cuestión es... ¿por qué?

Sin miedo a "hablar con el corazón".
Raymundo Riva Palacio, columnista del diario El Financiero, expone el enfrentamiento protocolario que se ha desarrollado entre el gobierno mexicano y la Secretaría de Estado vaticano. En su artículo hace evidentes varias cuestiones importantes, de las que caben destacar dos. Primera, a los miembros de la Conferencia Episcopal Mexicana les gusta que el gobierno mexicano les mime, les ayude sin necesidad, les haga piojito. Y eso explica que no se escuche la voz enérgica de la Iglesia católica en defensa de los derechos humanos, en la exigencia de justicia, y en oposición férrea contra el aborto. Porque todos sabemos que no se puede estar bien con Dios y con el diablo. Segunda, que el presidente de México y toda su camarilla están desesperados por evitar que el Papa Francisco se sienta en libertad de viajar y hablar por el territorio mexicano, porque sin duda les va a pisar los callos. O a patearles los mondorrios.

Ésta es la razón de que de repente aparecieran en Facebook (el comedero de ovejas por excelencia), publicaciones diseñadas cuidadosamente por los expertos en desinformación de la Secretaría de Gobernación del gobierno mexicano, donde por ejemplo se dice que se van a cobrar las entradas en los eventos del Papa Francisco (situación que él ya desmintió), o que nuestros impuestos van a pagar la visita, o que si patatín o que si patatán. Y como la proverbial bola de nieve, la gente ignorante o cegada por la verdad oficial, van haciendo crecer las mentiras y la indignación, sin sospechar que están siendo manipuladas de la manera más pueril. Pero eso sí, se las dan de muy pensantes y se sienten rebeldes intelectuales al estilo Baudelaire, mirando alto y empinando la rabadilla. 

En su conclusión, don Raymundo Riva Palacio hace memoria de cuando san Juan Pablo II visitó a su natal Polonia por primera vez como Sumo Pontífice. Al no tener compromisos morales o de otro tipo con el gobierno comunista polaco (¿te digo Juan para que me entiendas Conferencia Episcopal Mexicana?), habló largo y tendido, despertando las conciencias de su pueblo y sembrando la semilla de su libertad. Y esto... Esto es lo que tiene aterrado a Enrique Peña Nieto y al partido en el poder. 

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Publicado en este sitio el 24 de febrero de 2015.

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