Malas estrategias

Impunidad.

El hombre llegó al edificio de Justicia de la Delegación Benito Juárez de la Ciudad de México, y luego de una hora de observar a los funcionarios públicos charlar, alburearse, llamar por teléfono, tomar café, salir y entrar sin motivo aparente, por fin le tocó el turno. Le explicó a la mujer que le atendía, que la noche anterior salió tarde de la oficina (eran como las 10 de la noche, recordó), abordó un taxi frente al hotel El diplomático, en la esquina del Parque Hundido de la colonia Nochebuena, y pidió que lo llevaran a Plaza Universidad. A punto de descender del vehículo de alquiler, frente al Office Depot, dos sujetos armados con pistolas abordaron el taxi impidiéndole bajar, lo golpearon, "le dieron el paseo", le quitaron las tarjetas de crédito, dinero, anteojos y teléfono móvil. Al final lo abandonaron sin zapatos en lo más profundo de la colonia Agrícola Oriental.

--¿Y exactamente qué quiere? --preguntó la funcionaria, mientras tomaba agua de una botella de litro y medio, y luego se secaba los labios con la manga.

--Pues denunciar el robo. 

--Si quiere que se le dé seguimiento a su denuncia y se persiga a los presuntos responsables, fórmese en esa fila. Si sólo quiere el documento que demuestra que hizo la denuncia, para que la compañía de telefonía le reponga el equipo siniestrado, en cinco minutos se lo doy yo.

La mentada fila la formaban unas 20 personas, y resultaba evidente que llevaban horas esperando. Algunos incluso compartían el desayuno con compañeros de infortunio. La víctima optó por la segunda opción, y cinco minutos después le entregaron una copia de su denuncia impresa. El original se archivó y se guardó en un archivero metálico. Nunca se dio parte a ningún investigadores sobre ese delito.

Provocaciones

Quienes han sido víctimas de asalto, robo y/o secuestro exprés en la Ciudad de México, probablemente se hayan encontrado con la situación antes señalada. De ahí se desprende que la justificación de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), sobre la presencia de agentes investigadores en la Ciudad Universitaria que estaban investigando el robo de un teléfono móvil, cae por su propio peso. Es tan absurda como pedir lo que no se está dispuesto a dar. Respeto a la Ley, por ejemplo.

Pero si esa justificación es ridícula, la siguiente lo es aún más. A estas horas, en México y en muchas partes del mundo (incluyendo Australia), se sabe que los agentes estuvieron tomando fotografías de los asistentes a la asamblea universitaria que se celebraba en el auditorio Che Guevara (cuyo nombre original es Auditorio Justo Sierra), de la Facultad de Filosofía y Letras de la citada universidad. 

Cuando los descubrieron, su respuesta fue empezar a disparar contra los estudiantes. Según ellos, dispararon "al aire". ¿Al aire y le acertaron a un joven en una pierna? Queda claro que sus órdenes eran reventar la marcha que partiría de la Estela de luz hacia la "casa blanca" de las Lomas de Chapultepec. Y lo lograron.


Lamentablemente, hechos como éste enrarecen el ambiente, y amenazan con enconar más el desencanto que la sociedad siente actualmente por el gobierno de Enrique Peña Nieto, presidente constitucional de México, y uno de los peores, si se hace caso de las opiniones del pueblo llano. Estas provocaciones, que han ido escalando, persiguen un fin siniestro, y como se pudo ver, han dado resultados medianamente buenos. Además, hace evidente que el gobierno de la Ciudad de México, de extracción perredista y supuesto paladín de las causas sociales, parece estar de parte del gobierno federal en estos reprobables actos represivos.

Cabe recordar que fue la agresión y desaparición contra estudiantes normalistas en Ayotzinapa, Guerrero, lo que detonó las manifestaciones y paros que se vienen suscitando desde hace más de un mes. Este crimen violento y absurdo, en el que ya se comprobó fehacientemente la responsabilidad del gobierno, tanto en el ámbito local como el federal, consiguió lo que los políticos de diferentes partidos han intentado en el pasado, sin éxito: Unir a la sociedad para una misma exigencia. 

El gobierno federal, de extracción priísta (Partido Revolucionario Institucional), se pone en evidencia al repetir los mismos errores del pasado (Dos de octubre no se olvida, Matanza de Corpus, Masacre de Aguas Blancas, etcétera), sin caer en la cuenta de que ya no se vive en el pasado. México ya fue gobernado durante 12 años por un partido de Derecha, que descontando errores y omisiones, por lo menos respetó la libertad de expresión y acostumbró al pueblo mexicano a opinar lo que quisiera. Si a eso se añaden los avances en la tecnología de la información, se hace patente que los tiempos ya cambiaron, y las estrategias de antaño no volverán a funcionar.

El movimiento en favor de Ayotzinapa se caracterizó desde el principio por la demanda de "Vivos se los llevaron, vivos los queremos". En todo momento, los padres y amigos de los desaparecidos y asesinados han exigido justicia sin quebrantar la ley, por más que el gobierno pretenda hacer creer lo contrario, a veces de manera burda, a veces de manera sutil. Como más grupos sociales se han unido a esa exigencia justa, el gobierno federal ha recurrido a la guerra sucia, como si esa fuera la única solución.

De repente se multiplican las manifestaciones pro-Ayotzinapa, en las que personas anónimas y con la cara cubierta, queman, roban, agreden, vandalizan. El gobierno federal empieza diciendo a los medios que es incongruente exigir justicia quebrantando la Ley, y ante cada nuevo acto delictivo cometido por criminales enmascarados que nada tienen que ver con el movimiento social, recrudece el discurso y pretende apagar la indignación popular por medio de la represión.

El mensaje.

Horas después de que agentes del gobierno (como ya se demostró por fotografías), fingiéndose simpatizantes del movimiento por Ayotzinapa "quemaron" una puerta del Palacio Nacional (que de madera sólo tiene las chapas y está tratada para ser resistente al fuego), los agentes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se dieron a la tarea de arrestar, con lujo de violencia, a cuantos sorprendieron en las inmediaciones de la Plaza del Zócalo, incluyendo reporteros. 

El mensaje es claro: Si la sociedad no se aquieta y la prensa no vuelve al redil, habrá consecuencias; y no se buscará quién la hizo, sino quién la pague. Los ataques con arma de fuego en el interior de la Ciudad Universitaria y el posterior intento de tomar la Ciudad Universitaria con granaderos, sólo vienen a reafirmar el mensaje, y a demostrar hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno si lo considera necesario.

Pero la sociedad ya está harta de mal gobierno, de represiones sin sentido, de reformas que sólo han vendido la Patria al mejor postor, de gastos obscenos en casas blancas, aviones presidenciales y sueldos de funcionarios que no hacen su trabajo. Y lo más importante, algo que el gobierno no ha sabido dimensionar adecuadamente: La sociedad está unida. Está unida por la indignación, como lo estaba cuando se inició la Guerra Cristera en 1926, movimiento armado, económico y social, que estuvo a punto de hundir al gobierno federal de Plutarco Elías Calles.

Puede ser también que Enrique Peña Nieto y su equipo de asesores sí sean conscientes de que se enfrentan a una sociedad unida, y por eso pretenden dividirla (hasta el momento sin éxito), por medio de la desinformación, como lo demuestra la campaña que está haciendo circular fotos de un desaparecido de Ayotzinapa que supuestamente anda robando y vandalizando, pese a que sus padres ya recibieron una indemnización millonaria por parte del gobierno.No hace falta añadir que no ha habido indemnizaciones millonarias, que el individo que aparece en ambas fotos no es el mismo, y que el texto que acompaña la nota en Facebook tiene un fraseo más elaborado, más académico que el que caracteríza a los jóvenes que escriben en las redes sociales. Por más que traten de disfrazarlo, se le asoman las orejas al lobo.

Por último, si el gobierno federal está confiando en la obediencia y lealtad de las Fuerzas Armadas para someter a la sociedad si hace falta, es prudente recordarle que con el trato que se dio al Caso Tlatlaya, los militares sienten que les patearon los mondorrios. Y eso cabrea a cualquiera.

Enrique Peña Nieto está en un momento de inflexión. De lo que haga en los próximos días depende que pase a la historia como un presidente nefasto, o como el presidente que reconoció sus errores, se fajó los pantalones y empezó a devolver la paz y el estado de Derecho a México. Lamentablemente, ya sabemos cuál será su decisión. Ojalá nos equivoquemos.

Quod sripsi, scripsi.

P. S.
Una opinión personal al Rector de la UNAM, José Narro Robles, respecto a su pronunciamiento en el sentido de que "no es deseable la presencia de policías en CU". Creo que, sencillamente, es inadmisible.

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