Por la salud.


Imagen cortesía de La gaceta de España.
Como se ha hecho desde 1948, el pasado 7 de abril la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemoró el Día Mundial de la Salud declarando a la Diabetes mellitus como una epidemia creciente, y el enemigo a vencer para el 2030.

Con motivo de la fecha, el gobierno de México organizó diversos foros para dar a conocer al público cifras y hechos relacionados con esta enfermedad metabólica, y aprovechó para revisar con los propietarios de consultorios, farmacias, clínicas y hospitales, la normativa que deben seguir obligatoriamente. Lo anterior, para dar seguimiento y mejorar la infraestructura necesaria para la atención de los enfermos, a la luz de la Ley Federal de Salud, que se reformó el pasado 12 de noviembre de 2015. Aprovechando la reunión, también se habló sobre la Farmacovigilancia.

La 6a. Jurisdicción de Farmacovigilancia del Estado de México organizó el Primer Foro de Farmacias, Consultorios y Farmacovigilancia, con el apoyo del gobierno municipal de Cuautitlán, en el Estado de México. El evento se realizó en el auditorio de una preparatoria privada, iniciando 40 minutos después de la hora mencionada en la convocatoria. Entre el Jefe de la Jurisdicción y la representante del gobierno municipal, perdieron aproximadamente otros 40 minutos presentando al Presidium (ambos la hicieron exactamente igual), presumiendo de sus conexiones políticas y besando manos a los funcionarios presentes y sobre todo a los ausentes, como el gobernador del estado, Eruviel Ávila Villegas, e incluso el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Afortunadamente, lo que parecía un acto político, a la postre no lo fue.

Una vez sacadas las fotos para los periódicos, y apenas los políticos ahuecaron el ala, entonces se llegó al turrón, pues funcionarios de la Coordinación de Regulación Sanitaria presentaron ponencias acerca de la normatividad que obliga a las farmacias, consultorios, clínicas y hospitales del país a cumplir ciertos requisitos para su operación.

Las Normas Oficiales.

Imagen cortesía del blog De fútbol y de medicinas.
Lo primero que saltó a la vista fue que en los grupos interdisciplinarios que en su momento establecieron la normatividad, los tecnócratas no tenían muy en claro las actividades a que se iban a aplicar las Normas Oficiales (NOM's), y por el contrario los grandes propietarios de farmacias y clínicas estaban al cabo de la calle. Por ejemplo, una norma (NOM-005-SSA3-2010) establece la obligatoriedad de que el consultorio de un médico tenga sala de espera para seis personas, y baños diferentes para hombres y mujeres. Muchos microempresarios propietarios de farmacias se preguntaron: ¿Cuántas farmacias de barrio reciben a seis pacientes al mismo tiempo? "Brincos diéramos", manifestó la propietaria de una pequeña botica de Teoloyucan. 

La razón de esta exigencia (y otras por el estilo) se hizo evidente cuando otro propietario mencionó que las inspecciones sanitarias son muy estrictas para las pequeñas farmacias y consultorios, y muy permisivas para las grandes cadenas, como la de un doctor gordito y bailarín, o la de una farmacia que tiene una letra A roja, en la que incluso dan "consulta gratuita" médicos no titulados. A esas reuniones interdisciplinarias a que se hizo referencia en el párrafo anterior, sólo se convocó a directivos de esas grandes cadenas, que se encargaron de que las normas redactadas fueran imposibles de cumplir por parte de los pequeños competidores, para así enfrentarlos al riesgo de multas y clausuras, o de plano para hacerles desistir de sus proyectos.

Otro tema que fue muy cuestionado fue el de las recetas. Es un hecho probado que cuando un inspector se presenta en una farmacia, exige las recetas de antibióticos que se hayan surtido, para verificar que éstos se hayan vendido conforme a la Ley General de Salud, reglamentos y normas que de ella emanan. Si en la farmacia inspeccionada no se tienen esas recetas, al encargado se la hacen de terror amenazando de multas y clausuras hasta que el propietario abre la billetera y pregunta cuánto va a ser "pa' las aguas". En esto los altos mandos de Regulación Sanitaria no pueden rasgarse las vestiduras y gritar "¡Blasfemia!, porque saben que es cierto. Y durante esta reunión salió a relucir que la Norma Oficial que regula lo relacionado a las recetas, NO OBLIGA a conservarlas. Cuando éstas no son retenidas por la farmacia, basta con que se anoten los datos en el registro que para ello se debe llevar. La misma doctora Ana Floreth González Zepeda reconoció que "al respecto hay una laguna legal" tanto en la Norma como en la Ley, por lo que no se puede exigir un cumplimiento, y todo queda a criterio del inspector. No hace falta abundar acerca de ese criterio o la falta de tal. Todo mundo sabe cómo acaban las inspecciones.

Cuando se mencionaron los datos obligatorios que debe traer una receta, para poder surtirse antibióticos o medicamentos controlados, un propietario de una pequeña farmacia de Cuautitlán mencionó el caso de una cadena de hospitales muy exclusivos, en la que las recetas las proveé la administración del nosocomio. En ellas aparece impreso el logotipo y el nombre de la cadena, y todo lo demás son líneas para anotar de puño y letra los datos del paciente y del médico.

"¿Qué nos garantiza que una receta de esas, por más que venga de una institución de tanto abolengo, no es apócrifa?" preguntó. Entonces mostró una, explicando: "Ésta la tomé yo cuando fui a visitar a un amigo internado, para ver qué tan fácil era robarlas. Además copié de otra receta que estaba ahí, la cédula profesional". Lo único que evitaba que la receta pasara por una de verdad, es que en donde decía el nombre del médico se leía: "Gregory House MD". La doctora González Zepeda, disimulando la risa, respondió que en estos casos era obligación del farmaceutico telefonear al médico para cerciorarse de que sí había expedido la receta. Que seguramente es como se hace siempre, claro.

Farmacovigilancia.

La líder estatal del Proyecto de Farmacovigilancia, QFB Sagrario Arias Quiroz, expuso la importancia de esta labor para mejor protección de quienes consumen medicamentos. Partió del apotegma que establece que el único medicamento que no ocasiona efectos secundarios es el que no se administra. El objetivo de la farmacovigilancia es llevar estadísticas fiables que permitan detectar cuando un medicamento está ocasionando problemas de salud, esperados o no, y en qué proporción. 

Relató que la farmacovigilancia se creó luego de la crisis sanitaria que ocasionó entre 1957 y 1963 la tristemente célebre Talidomida, medicamento de origen alemán que se prescribía para aliviar las nauseas matutinas de las madres gestantes, y como sedante también. En este último caso, también lo tomaban varones. Investigaciones ulteriores demostraron que aunque la madre no tomara la droga, si el padre sí la tomaba y concebían durante el tratamiento, el bebé sufría las mismas malformaciones, porque el medicamento afectaba también a los espermatozoides. 

El problema de la Talidomida se salió de control debido a que en ese entonces no existía nada parecido a la farmacovigilancia, y fue hasta que dos médicos residentes en Alemania (Widukind Lenz y Claus Knapp), luego de ver muchos casos de focomelia (malformación que ocasionaba la Talidomida), empezaron a buscar un común denominador. Recabaron datos de otras ciudades, primero germanas y luego de toda Europa y África (pues entonces ningún país compartía ese tipo de datos), hasta que descubrieron a la culpable y dieron la alarma. Pero eso llevó años, y mientras se vieron afectados miles de bebés. "Si en aquellos días hubiera existido la farmacovigilancia, el número de afectados hubiera sido mucho menor", sentenció la química Arias Quiroz.

En México existe la infraestructura necesaria para una adecuada farmacovigilancia, tanto para medicamentos hechos en México, como importados. Lo que no hay es una cultura al respecto. La OMS establece que en teoría debe haber 100 reportes de Reacciones Adversas por Medicamentos (RAM's) por cada millón de habitantes, o 150 reportes por cada mil profesionales de la salud. En Estados Unidos el año pasado se obtuvo un promedio de 2 mil 700 reportes por cada millón de habitantes. Gracias a eso, por ejemplo, se descubrió que un medicamento vigilado y aprobado durante años, estaba causando más reacciones adversas de lo que indicaban las pruebas clínicas previas a su comercialización. Esos datos y la investigación posterior permitieron descubrir que en la fabricación de un lote específico, se había utilizado inadvertidamente un excipiente contaminado. 
Imagen cortesía de El diario de Bolivia.

En el Estado de México habitan 15 millones de habitantes. De acuerdo a la teoría de la OMS, deberían tenerse al año unos mil 500 reportes de RAM's. La realidad es que en años anteriores no se recibían ni 100. Hubo un año en que sólo se recibieron 30 reportes. Apenas en 2015 se alcanzó la cifra de mil 800 reportes de RAM's, lo que indica un avance importante, que motiva a trabajar más. 

La líder de Farmacovigilancia explicó que cuando se envía un reporte de RAM, la autoridad NO investiga ni al médico que prescribió, NI a la farmacia que lo vendió, sino que la investigación va directamente al laboratorio. De ahí su insistencia en que todos los profesionales de la salud reporten cualquier problema que sospechen tenga su origen en un medicamento, sin temor a molestias o multas. "Pero no esperen a que el enfermo se los diga", enfatizó, "la labor de los médicos no termina cuando el paciente sale del consultorio". Es importante darles seguimiento (hay que hacer cultura al respecto, claro), y hacer las preguntas indicadas durante la consulta,  para poder detectar una eventual RAM

Por mucho, ésta fue la ponencia que más interés despertó, y a la que se brindó el más sincero y merecido aplauso, pues señaló algo que todos los médicos y farmaceuticos deberían saber, y que sin embargo ignoran o sencillamente les importa tres patadas. 

Compromiso de palabra.

El Jefe de la Jurisdicción, la representante del gobierno municipal, y los funcionarios de la Coordinación de Regulación Sanitaria, en varias ocasiones mencionaron que las inspecciones a farmacias, consultorios, clínicas y hospitales no tienen como fin último el imponer multas o clausurar negocios. Dijeron que, por el contrario, se trata de ayudar a los propietarios a tener la documentación completa, y a dar cumplimiento a las Normas Oficiales que les corresponde. Señalaron que los inspectores verifican si un negocio cumple todo, una parte o no cumple nada, y hacen un emplazamiento para que aquellas carencias que se detecten, se corrijan a la brevedad. De ahí que recomienden que se haga el mayor esfuerzo para cumplir lo más posible con la normatividad, para que durante la inspección se vea la buena voluntad y el deseo de hacer bien las cosas, y así no tener problemas con la Coordinación. 

Aunque la experiencia siempre ha demostrado todo lo contrario, o sea la prepotencia y ausencia de criterio, este mensaje de "si actúas bien te irá bien", da una esperanza de que podría ser verdad. Por lo tanto, eso motiva a mejorar cada día más. A beneficio del propietario y, sobre todo, a beneficio de los enfermos.

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