Medio siglo.


Cortesía del diario El país.
El presidente de México (o así le dicen), Enrique Peña Nieto, cumplió ayer 50 años. Como es de suponer, recibió más mentadas de madre que felicitaciones; las primeras más sinceras que las segundas, eso sí. 

A cuatro años de haber sido declarado presidente por el entonces Instituto Federal Electoral (porque ganador de la elección quién sabe), el gobierno de Peña Nieto ha sido más bien errático. Está agotando las reservas federales que en 12 años reunieron los gobiernos de extracción panista (Partido Acción Nacional) de Vicente Fox y Felipe Calderón. También está agotando la reserva de paciencia de México al aumentar la inflación, depreciar la moneda mexicana, robar y dejar robar a su gabinete con descaro, despilfarrar el erario público en gastos absurdos (aviones y demás lujos innecesarios e inmerecidos), y dar firme testimonio de su ignorancia en todos los sentidos.

Lo peor de todo es que se ha dejado engañar por sus consejeros, que le hacen creer que lo está haciendo bien. Como en el cuento del traje nuevo del rey. Los lamebotas le dicen que todo marcha bien, que el país está tranquilo y contento, y parece que se lo cree. Al menos es lo que manifiesta de dientes para afuera. No parece darse cuenta de que el pueblo mexicano está al borde de la desobediencia, orillado por el hambre y el hastío. Ha olvidado en qué acabó una historia similar, en la que la clase gobernante vivía despilfarrando lujos, mientras el pueblo se moría de hambre, y cuyo histórico desenlace sucedió el 14 de julio de 1789. Claro que ya no se utilizan las guillotinas, pero algunos opinan que siempre puede volverse a las buenas costumbres.

Por si todo esto fuera poco, el prestigio de México en el ámbito internacional ha quedado por los suelos. En la última reunión entre los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México, resultó evidente que los mandatarios del norte improvisaron una novatada para el mexicano, y les salió la mar de bien. El problema es que no sólo han sido ellos quienes manifiestan desprecio hacia el presidente Peña. En diferentes visitas de Estado, otros jerarcas han dejado en claro que al mandamás de México no se le cree ni de la misa la media, cuando habla de un México donde sólo hay abundancia, justicia y paz, mientras los medios de comunicación internacionales (y que por lo tanto no están en la nómina del Estado) exhiben pobreza extrema, asesinatos e impunidad.

Las trompeteadas reformas energética, educativa y demás, que en principio parecían la panacea para aliviar a México de sus males, lo han hundido en la ingobernabilidad y de todos modos ya han demostrado que sólo fueron papel mojado. Por citar sólo un ejemplo, el gobierno peñista se mofó mucho de los gasolinazos del anterior gobierno calderonista, señalando que con su Reforma Energética no habría más alzas a las gasolinas. Y hace menos de un mes, un gasolinazo. Sin mencionar antes que en su bien pensada reforma, el presidente y todos sus secuaces olvidaron considerar un rubro que generalmente se le llama "Mantenimiento", y esa omisión ya les explotó en las manos... En sus pajaritos, podríamos decir.

Seguir mencionando problemas que directa e indirectamente son atribuibles al gobierno corrupto e inepto de Enrique Peña Nieto, es como echar sal en heridas de bala y de garrote que está sufriendo el pueblo mexicano. A éste último sólo le queda seguir el consejo del primer presidente de la oposición, Vicente Fox (2000-2006), en el sentido de "aguantar vara". Al fin que no hay mal que dure 100 años, ni pueblo que lo resista. Y según se ha ventilado ya en algunos medios, la transición "democrática" ya está negociada desde antes que se celebraran las elecciones del pasado 2012. Sea verdad o sea mentira, difícilmente podría encontrarse a otro mandatario tan... Peña, como éste. 

Ayer, con motivo de su cumpleaños número 50, Enrique Peña Nieto, presidente constitucional de México, declaraba: <<Yo seré feliz en la medida que México sea feliz>>. Puesto así, no se equivocan los que sostienen que el presidente de este país norteamericano, es un infeliz. 

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